El origen del género fantástico es difuso. Las narraciones fantásticas llevan siendo representadas por los humanos desde que habitábamos las cavernas. Todas las civilizaciones las han utilizado para dar una explicación a la realidad. Como ejemplo, El poema de Gilgamesh, en tiempos de Mesopotamia, una epopeya épica donde ya se observan ciertos tropos. Aquéllos podemos verlos en obras posteriores, desde Homero hasta el propio inicio del género literario entre finales del siglo XIX y principios del XX, pasando por las narraciones medievales —como las Sagas Vikingas y o las novelas artúricas.
El auge de la fantasía
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y su continuación Alicia a través del espejo y lo que encontró allí de Charles Lutwidge Dodgson, más conocido por su seudónimo Lewis Carroll, son dos archiconocidos libros escritos en a finales del siglo XIX, dos ejemplos claros de cómo era la fantasía anterior a Tolkien. Estos libros, pese a poder ser leídos por todas las edades, estaban claramente destinados al público infantil, al igual que el resto de sus libros. Si bien había obras concebidas para adultos, eran infrecuentes las tramas no destinadas a adolescentes o niños.
Es común que las influencias se noten de manera muy marcada, pues Alicia atravesaría el espejo a un mundo alternativo, como también en los libros de C. S. Lewis se atravesaría un armario para llegar a Narnia. Posteriormente, una gran cantidad de autores utilizarían unos tropos similares y se conformaría el género como tal.
El padre de la fantasía
El filólogo John Ronald Reuel Tolkien llegaría para revolucionar el género. Aunque no sería instantánea. La primera obra que exploraría el universo mitológico de Tolkien, El Hobbit, pondría las bases de lo que desarrollaría en sus obras siguientes. Con ciertos matices infantiles, es considerada una novela juvenil.
Después, la que se considera su obra maestra El Señor de los Anillos, sentaría las bases del género que llenaría las estanterías de los lectores del siglo XX y XXI. Todos los tropos de la fantasía se reflejan en sus hojas y éstas son de tal calidad que influenciarían de una manera tajante a la cultura popular posterior.
Que Tolkien sea el «padre fundador del género» no significa que su obra esté exenta de influencias. Los enanos no son de su invención, tampoco lo son los elfos, de los que sólo coge el nombre. El cristianismo tuvo una amplia importancia tanto en su vida como en su obra, por algo El Silmarillion comienza con exactamente la misma frase con la que comienza el Antiguo Testamento: “En el principio…”. Pese a ser un compendio textos recopilados por su hijo de forma póstuma, es el cénit de su “legendarium” y quizá la obra de mayor esplendor de la literatura fantástica. En sus propias palabras, lo que antes llamaban “cuentos de hadas es una de las formas más grandes que ha dado la literatura, asociada erróneamente a la niñez”.
Estancamiento. La influencia desmedida de Tolkien
Que el mundo mitológico de Tolkien se utilizó de plantilla durante casi todo lo que estuviese relacionado con la espada y la magia es de sobra conocido por todos. Su obra fue de tal grandeza que era imposible concebir una novela fantástica sin plasmar en ella las razas creadas y representadas por el escritor inglés. ¿Qué mundo fantástico no tiene elfos, enanos y orcos?
No sólo las novelas han sido influenciadas, si no que en toda la cultura popular se aplican las características. Es conocido el caso de uno de los juegos de rol más conocidos, Dungeons and Dragons. En su primera edición, una de las razas jugables no tenía otro nombre que el de hobbit, la raza imaginada completamente por el escritor anglicano. La propia familia llegó a denunciar a los autores, siendo cambiado el nombre de hobbit por mediano, y seres como el Barlog o el Ent —propios exclusivamente del universo Tolkien— fueron también sustituidos con otros nombres.
Autores exitosos como Paolini (Eragon) o Robert Jordan (La rueda del tiempo, una de las sagas de fantasía más vendidas tras Harry Potter y El Señor de los Anillos) admitieron la gran influencia del escritor en elementos como los mapas o en el maniqueísmo. Brandon Sanderson, reconocido como «renovador de la fantasía» y de cuyo papel hablaremos después, admitió que el libro que lo lanzó a la fama tiene notables influencias.
Auge y desarrollo
¿Es negativa la influencia de Tolkien en el género? Es cierto que se lastró su desarrollo y no se evolucionó en la creación de mundos, pero no significa que de esta época no saliesen obras muy originales. El caso de Dungeons and Dragons es curioso. Ha evolucionado de una forma que tras sus cinco ediciones del juego, ya no se observa ni un atisbo relacionado con la Tierra Media y se introdujeron elementos industriales y de otras culturas ajenas a la Europea. Unos juegos de rol de los que también nacieron otras novelas.
Por último, es necesario mencionar al renovador de la fantasía moderna, Brandon Sanderson. Nacido en Nebraska, ya destacó desde su adolescencia por evaluar al generó y concluir que estaba “trillado” y no había innovación de ningún tipo. En sus libros desaparecen las razas propias del “legendarium” y los seres, dioses y razas se reinventan para elaborar mundos, o incluso universos en su caso (el Cosmere). La magia se reinventa, con reglas precisas que hacen que los enfrentamientos tengan un sentido casi científico.
Como conclusión, es totalmente cierto que las novelas fantásticas tardaron en evolucionar, no así las de ciencia ficción, pero hoy las mentes más interesantes como el propio Sanderson, Abercombrie o Rothfuss tratan este género de una forma magistral.