Orígenes de la Ciencia Ficción
Los inicios de la ciencia ficción están íntimamente relacionados con los avances tecnológicos que vinieron con la Revolución Industrial. La máquina de vapor y todas las invenciones que pudieron transformar el mundo incentivaron la imaginación de escritores de todo el mundo. Ejemplo de ello son Frankenstein de Mary Shelley (considerada la primera obra de ciencia ficción), donde se especula con el poder de la electricidad para revivir a los muertos y, sobre todo, las obras de Julio Verne 20000 leguas de viaje submarino y De la Tierra a la Luna.
Si bien ya tocaban grandes temas de este género como la creación de algo no humano e inteligente (o sintiente) o la exploración de lugares lejanos y exóticos, no tenían la complejidad narrativa y de desarrollo de años posteriores. Eran más evocadoras en esos tiempos las maravillas tecnológicas del futuro.
La Edad de Oro
A partir de los años 30 del siglo XX empezaron a surgir revistas especializadas como Analog Science Fiction and Fact, dirigida por John Campbell, dando así inició a la Edad de Oro de la ciencia ficción. En ella publicaron autores de renombre como Isaac Asimov, van Gogt o Heinlein, entre los tres acumulan más de 10 premios Hugo y otras tantas distinciones como la de gran maestro de la ciencia ficción.
En este apartado nos centraremos en la saga de la Fundación, una saga muy reconocida y reseñada. Sus principales aportaciones, además de la Psicohistoria —cuyo parecido al marxismo le generaría problemas en EE.UU por supuesto espionaje soviético (era de orígenes rusos)—, son su mezcla narrativa, la creación de una especie de “novela policíaca espacial” juntando los misterios con la tecnología futurista y una ciencia que puede prever estadísticamente el futuro colectivo de la humanidad. El género se reinventa junto a las nuevas aportaciones de diferentes estilos y autores y se institucionaliza con las sociedades de autores como la SFWA.
La Edad de Plata
Esta etapa comienza a principios de los 50, a los autores de la Edad de Oro se suman desconocidos como Philip K. Dick, Ray Bradbury o Frank Herbert. Se abrieron nuevos horizontes en las historias y en el formato de las novelas. Experiencias psicoactivas, distopías, mesianismo, ecología… son algunos de estos temas y también la extensión de las obras que transitaron de la novela corta o el relato a extensas novelas o sagas. Con esto no se infravalora el papel del relato sobre la novela, sino que se aprecia un cambio: el género puede dejar de ser algo considerado “infantil” y atajar los retos que dejaban entrever los nuevos autores.
Dune es, sin duda, la obra más importante de este periodo, su argumento es la mezcla perfecta entre imperio medieval al borde del colapso, grandes casas en búsqueda de poder, un recurso tan importante como la especia, traiciones y poderes cuasi-divinos. La forma de narrarlo es lo mejor: capítulos densos, pero no demasiado largos que te absorben y personajes con carisma, traumas y dudas de los que quieres saber más y más. Sin lugar a dudas una obra maestra.
Los años 80/90
Como hemos dicho anteriormente se “abandonó” el relato corto, pero esto no es totalmente cierto. En 1989 Dan Simmons publica Hyperion, en esta ¿novela? además de presentarse un mundo de ciencia ficción creíble e interesante, con intriga y seres sobrenaturales viajeros del tiempo es sorprendente la forma de narrar. Los protagonistas van contando sus historias uno a uno como si fueran relatos, al estilo de Los Cuentos de Canterbury, mientras se adentran en un viaje sorprendente y que no deja indiferente al lector.
Los cambios no son tanto narrativos como formales, lo diferente y único sigue siendo lo predominante en las grandes obras del género.
En la actualidad
Entrado ya el siglo XXI prosiguió el avance de la Ciencia Ficción. Muy relevantes han sido James SA Corey (seudónimo), creadores del Despertar del Leviatán, saga llevada a formato serie. En ella podemos encontrar una de las representaciones más fieles de la vida en el espacio, la gravedad cero, la aceleración de las naves y las batallas espaciales están perfectamente representadas, además de unos actores políticos bien estructurados.
A tener en cuenta también son Richard Morgan con Carbono Modificado (también llevado a serie) y Liu Cixin con El Problema de los Tres Cuerpos.
Conclusión
Desde su nacimiento, la Ciencia Ficción no ha dejado de crecer y buscar nuevos horizontes, debido, sobre todo, a las posibilidades ilimitadas que tiene. Pero no solo eso es necesario, puesto que la fantasía es igual de ilimitada y durante décadas ha vivido a la sombra de Tolkien, siendo El Señor de Los Anillos la obra maestra del género, que se usó como plantilla de innumerables obras durante años, lastrando el progreso que podrían tener las tramas.
En la Ciencia Ficción esto no ha pasado, no porque no haya habido copias descaradas, sino porque esas copias no han adquirido el protagonismo que si han tenido en la fantasía.
La consecuencia de esto es que la fantasía no ha podido desprenderse de ese estigma de ser solo un género infantil hasta tiempos más o menos recientes cuando George RR Martin con Juego de Tronos y Brandon Sanderson con Nacidos de la Bruma reconstruyeron y reconvirtieron la fantasía en lo que es hoy en día.