Conecta con nosotros

Hola, ¿qué estás buscando?

El Baluarte

Cultura

Cincuenta años de ‘utopía’: el fin de la Torre Nakagin

Convertida en icono de la arquitectura utópica japonesa en particular, y de la contemporánea en general, la Torre Nakagin fue finalmente demolida el pasado 12 de abril, tras 50 años de historia. Innovadora para sus creadores, la tesitura en la que está el mercado inmobiliario actual hace ver su concepción casi una premonición.

Torre Nakagin. Sava Bobov.

Después de cincuenta años, la icónica Torre Nakagin de Tokio fue demolida el pasado martes 12 de abril. Construida en 1972, representa uno de los principales ejemplos de la llamada arquitectura utópica. Dada la urgencia que requería su construcción, se le estimó una vida de veinticinco años y en la década de los noventa ya se deberían de haber actualizado los módulos. Las noticias de su demolición no sorprendieron a nadie. Pese a los esfuerzos de sus habitantes y de arquitectos de todo el mundo, los ecos de este desenlace ya venían resonando desde 2007.

Torre Cápsula Nakagin. Susann Schuster.

La Torre Nakagin es un icono de la arquitectura utópica, desarrollada entre los años sesenta y setenta del siglo pasado. Una arquitectura proveniente de un periodo de optimismo y consumo ascendente, una fantasía que se desplazó a las propias viviendas y tramas urbanas. En el caso japonés, esta corriente halla representación en el Grupo Metabolista, donde se inserta el arquitecto de la Torre Nakagin: Kisho Noriaki Kurokawa.

Tanto Kurokawa como los Metabolistas en general, apostaron por medidas rompedoras para subsanar el problema urbanístico en el Japón del momento. Tenían una visión orgánica de la arquitectura, pensándola como un organismo hecho de células que podían unirse y sustituirse. Aunque la noticia radique en la Torre Nakagin, de Kurokawa proceden otros proyectos como la Ciudad Agrícola de 1960, o la conocida Ciudad Hélice, de 1961, construida sobre el mar.

En el caso de la Torre Nakagin, se trata del primer diseño arquitectónico hecho a base de cápsulas, cada una de 4 x 2’5 metros. Situado en el distrito Ginza de Tokio, Kurokawa lo concibió en un momento en el que era necesario alojar a las personas que iban a la ciudad a trabajar. Así mismo, lo ideó con el pretexto de que las cápsulas fueran sustituidas 25 años después. La realidad es, sin embargo, que esas obras nunca llegaron y para el momento de su demolición muchos de los módulos estaban vacíos o alquilados a entusiastas de esta arquitectura.

El inicio del fin

Los últimos coletazos de esta gran obra comenzaron en 2007, cuando la comunidad de propietarios votó la venta a una promotora que pretendía demoler el edificio. Sin embargo, estos planes se vieron truncados por la crisis de 2008. No así, la comunidad repitió esta acción en 2021 y el edificio pasó a manos de un grupo de empresas bajo el nombre de Capsule Tower Building, cuyo portavoz comunicó la demolición.

A la par que se tanteaba la demolición, no fueron pocas las voces que se alzaron para intentar conservar la torre. Tanto es así, que la plataforma Proyecto de Preservación y Regeneración del Edificio de Nakagin Capsule Tower pidió la intervención de las autoridades y planteó solicitar la protección de la Unesco. Sin embargo, en Japón no hay una legislación que proteja esta arquitectura y la pandemia de truncó la recaudación de fondos para su rehabilitación.

Lo más parecido a la conservación del edificio es el interés de múltiples instituciones por hacerse con alguna de las cápsulas. Es el caso del propio estudio de Kurokawa o el Centro Pompidou de París.

La Torre Nakagin es icónica por su diseño y ha aparecido tanto en documentales como en el cine; es indudable el “encanto” que se le atribuyen a sus cápsulas. De seguir en pie, si uno quisiera alquilar uno de estos módulos se encontraría, primero, con la condición de tener que alquilarlo por un período largo y, segundo, un pago mensual que asciende a 50.000 yenes o 400 euros.

Estas cifras que resultan disparatadas por un cubículo de 10 metros cuadrados, no distan demasiado de la realidad de nuestro país. Si entramos en portales como Idealista —donde también se hicieron eco de la noticia—, descubrimos que en la ciudad de Madrid no hay alquileres a ese precio. Si nos desplazamos a Madrid provincia, sólo hay once inmuebles en alquiler a ese precio. En otras ciudades la tónica no es muy distinta. Nos encontramos lo mismo en la ciudad de Barcelona y la provincia: cero y once inmuebles a ese precio, respectivamente. En el caso sevillano, en la ciudad hay tres inmuebles a esa mensualidad, y en la provincia el número asciende a sesenta y nueve. Rara vez encontramos inmuebles que lleguen a los 80 metros cuadrados, y cada vez es más común ver trasteros reconvertidos en “estudios coquetos”.

Lo que en los años setenta se denominó utópico, ha resultado ser la asfixiante realidad de hoy.

Click para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar

Nacional

Sólo en Cataluña los trabajadores afectados por un ERE han aumentado en casi un 2000% durante los meses de enero y febrero de 2021....

Internacional

El italiano, director, secretario, representante legal y judicial de inversión Nimbus, responsable, según el informe forense de la Guardia Civil, de un fraude que...

Nacional

Los militantes del Frente Obrero se encontraban realizando un puesto informativo contra el abandono del barrio cuando los ultras aparecieron para agredirles.

Cultura

Gran parte de la sociedad, apoyada por diversos discursos feministas, lleva años reivindicando que cada persona es libre de mostrar su cuerpo en cualquier...

Copyright © 2020 El Baluarte