Hace unos días hablábamos en este medio de la escultora sevillana Luisa Roldán y cómo su obra se había revalorizado en los últimos años. Más allá de la idea romántica que entraña, esta revalorización tiene poco que ver con la labor científica que pueda desarrollarse y mucha más relación con las grandes masas de dinero que se mueven detrás.
De dinero va el asunto, porque si lo tienes, puedes vestirte con la Historia y pasearla en una gala. Es el caso de Kim Kardashian y el escándalo que causó cuando apareció en la última ‘MET Gala’ llevando el vestido que Marilyn Monroe habría usado para cantar ‘Cumpleaños feliz’ al Presidente Kennedy.
Después del revuelo que causó, primero, que la ‘celebrity’ reconociese la brutal dieta a la que se había sometido para “entrar” en el vestido. Y, segundo, la manipulación del mismo, no podía extrañar que no trastocara el mercado artístico.

Warhol, Andy. (1964). Shot Sage Blue Marilyn. Imagen de RTVE.
Andy Warhol, máximo representante del arte pop, no sólo pintó latas de sopa y metió en un museo cajas de detergente, también tomó a Marilyn Monroe como musa y la convirtió en un objeto más de especulación.
En cualquier caso, con una puja de 4 minutos de duración, la serigrafía Shot Sage Blue Marilyn se ha convertido en la obra más cara del siglo pasado. En Christie’s esperaban que llegara a los 200 millones de dólares: se quedó en 195.040.000.
Los tulipanes ya lo predijeron
Aquí hay varias cosas que comentar. Primero, la volatilidad del mercado del arte. Si digo NFT, pronto alguien pensará en Willyrex y en ‘monos aburridos’. Bueno, para los despistados, las cotizaciones de los NFT han caído en picado. Los tulipanes ya lo predijeron.
Pues en el mercado del arte “convencional” pasa lo mismo. Un día un artista está cotizadísimo y, al siguiente, nadie le recuerda. Hoy es Warhol, pero hace unas semanas hablamos de la urgencia de blindar las obras de Murillo de la Fundación Focus. Y obviemos el lamentable espectáculo en torno el alquiler del Mata Mua. Toda maniobra que involucra a una obra de arte puede poner el mercado patas arriba. Cuando hace unos días hablábamos de La Roldana, la noticia no era que la historiografía desempolvara los archivos, era su suscripción al repentino interés del mercado por el “arte de mujeres”.
Marca Monroe, Marca Kardashian
En segundo lugar, la marca. Igual que en moda hay quien paga un pastizal por un bolso o un reloj porque en la etiqueta pone Louis Vuitton o Cartier, en arte pasa exactamente lo mismo. La firma de un artista determina cuántos ceros tiene el precio final de la obra. Una obra atribuida al Círculo de José de Ribera no vale lo mismo que un Caravaggio. Que es lo que sucedió en la Casa Ansorena y de ahí el repentino interés en declarar ese Ecce Homo Bien de Interés Cultural. ¿Acaso hemos olvidado el Salvator Mundi “de” Leonardo? Artistas consolidados como Caravaggio, Leonardo o Picasso tienen aseguradas las más altas cotizaciones y si mañana sale al mercado una obra inédita y autentificada de alguno de ellos, en el mercado del arte se darán codazos por conseguirla.
En el caso de Warhol no iba a ser menos. Sin entrar a evaluar la calidad de sus obras, Warhol es un artista consolidado y un icono pop. Como fue Marilyn Monroe. Y como quieren hacer de Kim Kardashian.
La maniobra parece clara: Kim Kardashian traza un paralelismo con un icono del siglo XX: Marilyn Monroe, y no sólo pretende reconocerse en ella, sino que los demás así la reconozcan. Pero aquí Kim Kardashian no inventa nada. El colgarse ínfulas ya lo hizo Picasso con 14 años cuando afirmó que no necesitaba estudiar pintura, que él ya pintaba Rafael. Claro que Picasso con 14 años tenía poco que envidiarle al niño bonito del Papado. Y al margen de la veracidad de esta anécdota, ¿qué renombre tiene que construirse una persona que lleva años viviendo de su imagen? Si hay algo de lo que la familia Kardashian sea icono, es de marketing.
No sólo ha ocupado portadas y ha suscitado críticas, sino que ha hecho girar la rueda del capitalismo y ha puesto el foco en Marilyn, pero también en Warhol. ¿Tendrá acaso alguna obra que le interese revalorizar?
Cuando la gente critica el arte contemporáneo y lo tilda de circo especulativo, no falla, aunque tengamos que preguntarnos cómo de contemporáneo es Warhol. El arte es una mercancía como son las patatas o los combustibles. Y así se especula con su precio. El arte, al final, es un producto como otro cualquiera por el que gente con más dinero del que puede manejar se pelea sin saber muy bien por qué.