Una vez más vemos cómo el feminismo se convierte en una moda y sirve a las grandes multinacionales para ganar dinero.
Moxie es la adaptación de la novela homónima de Jennifer Mathieu. Cuenta una historia adolescente en la que se mezcla feminismo, racismo y los problemas habituales de unas chicas de 16 años. La película fue dirigida por Amy Poehler, quien aparece en la película como la madre de la protagonista.
Poehler fue una de las presentadoras de la última edición de los Globos de Oro, donde dio un adelanto de su nuevo film al mostrar estrellas y corazones pintados en sus manos. Además, cabe destacar que esta película es estrenada por Netflix el 3 de marzo, coincidiendo así con la semana del 8 de marzo, el día de la mujer, lo cual no es para nada una coincidencia, la cual lejos de querer reivindicar un movimiento de lucha, trata de sacar partida de este, ya que se ha convertido en una moda, sobre todo adolescente.
En la película, Carter, la protagonista, se da cuenta de manera espontánea de los códigos sexistas de la escuela, cuando se pública como todos los años, una lista que etiqueta a la chicas del instituto como “más obediente” o “mejor trasero” . Todo eso a Carter le parecía algo normal, hasta la llegada de Lucy , una nueva estudiante quien aparece como un faro de luz y no agacha la cabeza antes sus inseguridades y las ideas de desigualdad que hay en el instituto. Por lo que Carter, apoyada por su madre, decide diseñar un folleto en el que expone la actitud machista de sus compañeros al crear esa lista, haciendo una nueva lista contra los hombres, creando y fomentando en el público esa cultura de odio al género masculino de manera generalizada y únicamente por el hecho de ser hombres que abogan muchas feministas hoy en día.

La película vende una idea errada de lo que debe ser la transformación social.
Los referentes de lucha y combatividad feminista que muestra las película son ni más ni menos que los fanzines feministas de los años 90 y los grupos de rock alternativo como las Riot Grrrl, una cultura envuelta en las drogas y los excesos que más que luchar por las mujeres trabajadoras se centraba en poder vivir la vida de estrella del rock siendo mujer. Además la película ha querido ser un haz de luz, donde prima lo colectivo sobre lo individual tanto en el reparto de escenas de los papeles importantes como en el de desarrollan los diferentes problemas, haciendo una mezcla entre feminismo, racialización, desigualdades y padres estrictos donde se tocan todos estos temas pero no se llega a profundizar en ninguno, tal vez porque ni Netflix ni Amy Poehler son ni tan transgresores ni revolucionarios y han optado por este tipo de película para tender puentes al feminismo como moda y lavarse la cara para seguir atrayendo a publico joven.
En definitiva, Moxie no habla de ninguna revolución real, ni trata de mostrarnos una realidad en los institutos ni en la sociedad americana. Esta película es simplemente el lavado de cara que todas las marcas y grandes empresas se hacen al llegar el 8 de marzo porque el feminismo se ha convertido en una moda de la que nada queda de su carácter revolucionario. Y esto lo vemos con la gran cantidad de artículos de opinión y comentario que ha recibido esta película como un grito a las nuevas generaciones a que supuestamente se unan al movimiento feminista y “combatan” contra el temible hombre blanco, haciendo eso si la correcta diferenciación en la escala de opresión que se muestra al final de la película con ese grito en contra de la discriminación racial para endulzar un poquito más y añadir una desigualdad superada gracias a los fanzines que Carter escribió un día.