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Picasso “cancelado” a 50 años de su muerte

La performance de María Llopis en el Museo Picasso pone de manifiesto la lacra que supone el presentismo para el estudio histórico, pasando de la comprensión de la figura histórica y su tiempo a un revanchismo infantil más propio de una tertulia de sobremesa.

Pablo Picasso trabajando en el Guernica (1937) Comisaría General del Gobierno Español en la Exposición Internacional de París de 1937.

La semana pasada el pintor malagueño volvió a causar discordia. María Llopis organizó, como colofón para su curso de Arte y Feminismo, una suerte de performance. Aquélla consistió en llevar a sus estudiantes al Museo Picasso, vistiendo camisetas en las que se acusaba al pintor de maltratador y se le comparaba con Antonio David Flores. La idea era poner de manifiesto y dar visibilidad al maltrato que Picasso habría ejercido hacia sus parejas, como Dora Maar.

Sí, Picasso ejerció maltrato contra sus parejas. Ahora bien, ¿fue el único? No. Picasso sólo es la cara visible de una realidad. Recordemos, Picasso lleva 48 años muerto, fue hijo de su tiempo y por ello sus acciones, aunque hoy deleznables, pertenecen a él.

La nueva antihistoria

Este hecho, que podría parecer un caso aislado, pertenece a toda una corriente divulgativa. No son pocos los divulgadores, más ellas que ellos, que se suben al carro de la revisión de la Historia del Arte con perspectiva de género. En muchos casos, la revisión que ofrecen es revanchista y presentista, cargada de sesgos alejados del hacer historiográfico y más propios de una tertulia de sobremesa.

Hace unos días hablamos de lo que había detrás de todas las enseñanzas en materia de Igualdad que se ofertan en España, y para este caso la cuestión no queda lejos. Un estudio que debería ser implementado en la propia enseñanza histórico-artística, acaba siendo separado del currículo en forma de cursos, seminarios y asignaturas aparte. Del mismo modo, no verás a ninguna de estas voces apelar a la propiedad privada, simplemente hablarán del patriarcado como “ente” de combustión espontánea, y buena suerte si quieres debatir. El resultado es un caballo de Troya que acaba dejando a las mujeres, de nuevo, fuera del discurso histórico. Y, por supuesto, una forma de ganar dinero a base de explotar la última moda del capital.

Además de los ataques a los artistas, que no aportan nada, y esta forma de ahondar la brecha entre la Historia del Arte y una supuesta “Historia del Arte de Mujeres”, paradójicamente, enfatizan a la mujer como víctima. De forma simple: se ve más hablar de Dora Maar respecto a Picasso, o a pesar de él, que de Dora Maar como artista en sí misma. Esta corriente que apela al empoderamiento femenino cae en señalar a la mujer, no sólo como víctima y sujeto pasivo de su vida y tiempo, sino como satélite del hombre de turno. Sea Artemisia Gentileschi, Camille Claudel o Dora Maar, para esta corriente la única reivindicación es señalarlas como víctimas.

No sólo les basta con carecer de dialéctica y apelar al presentismo, sino que dejan patente que la lucha que dicen abanderar es una moda y una forma más de sacar dinero.

 

Sin embargo, esta noción no es nueva ni única del feminismo. Ya lo vimos durante los disturbios tras el asesinato de George Floyd. La destrucción de estatuas de antiguos esclavistas o colonizadores y la repulsa a los que consideran “herederos” de ello. Consecuencia de esto sería, sin ir más lejos, la disculpa que España pidió a México en 2019 por la Conquista.

No sólo basta con pretender crear un discurso histórico a base de una perspectiva lejos de la rigurosidad y el hacer historiográfico, sino que estas nociones calan en la sociedad al punto de tener políticos pidiendo disculpas por hechos de los que no son responsables.

La trasposición de tiempos anteriores al presente es un revanchismo antihistórico que ignora todos los procesos que se sucedieron antes y después. La Conquista fue fruto de una serie de condiciones que propiciaron que en un lugar y un momento determinado se tomasen ciertas decisiones. La España de hoy es la que es, en parte, por el descubrimiento de América, porque fue un proceso más dentro de nuestra Historia. Pero, al final, somos el fruto de todos los procesos que nos preceden. La España de hoy no es igual a la de mañana, porque habrá procesos y condiciones nuevas que la determinarán.

 

El presentismo es una lacra que, cada vez más, inunda los estudios históricos. Es otra forma de manipulación que se abre paso con la máscara del progreso y que acabará explotándonos en la cara como una forma más de desdibujar los límites entre la Historia y lo que unos quieren que sea.

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