Sobre el autor
Roxana Kreimer es una filósofa y escritora argentina, licenciada en Filosofía y doctora en Ciencias Sociales, por la Universidad de Buenos Aires. Ha escrito 7 libros con anterioridad al que hoy reseñaremos: Historia del mérito, Artes del buen vivir, Falacias del amor, La tiranía del automóvil, El sentido de la vida, Desigualdad y violencia social, La vuelta al mundo con filosofía. Recientemente ha publicado otro titulado El fracaso de la derecha. Además realiza una gran labor de divulgación, tanto en Twitter, desde la cuenta “Feminismo Científico”, como desde su canal de You Tube. Por sumar a su extenso currículum, dirige desde hace más de 15 años un Café filosófico en Buenos Aires.
Resumen y detalles del libro
Tal como la autora señala, su intención es contrastar la evidencia empírica con los fundamentos principales en los que se basa el feminismo en nuestros días. La autora se definirá a sí misma como feminista, pero se situará en un feminismo “científicamente informado” que busca por la igualdad. Inicialmente la autora nos presenta su apuesta metodológica por las tesis de la psicología evolucionista (que se remontaría a la teoría de la selección sexual de Darwin), explicándonos las diferencias que tendría con el determinismo biológico del siglo XIX. Por esta razón la autora criticará el constructivismo social (que defiende que la biología no existe, y que nacemos como páginas en blanco), imperante en nuestros días. De esta forma, gran parte de la obra está centrada en la diferenciación que existiría entre hombre y mujeres en base a sus diferentes funciones reproductivas.
Posteriormente la autora pasará a revisar las principales premisas que defiende el feminismo: la necesidad de cupos, el “techo de cristal”, la “brecha salarial”, las denuncias falsas y el fenómeno “yo te creo, hermana”, el concepto de “violencia de género”, el “ecofeminismo”. En la parte final Kreimer expone en que consiste el masculinismo, reflexiona sobre el concepto de patriarcado a nivel jurídico, además de tratar otros temas como el humor y la censura, o la pornografía y la prostitución, para concluir con lo que ella consideraría la agenda pendiente aún del feminismo: la conciliación laboral, los derechos reproductivos o la remuneración del trabajo doméstico.
Comentario
Siempre digo que aunque discrepes en la interpretación o las conclusiones de una obra, el principal valor de un historiador es su capacidad para trabajar y exponer un número considerable de fuentes y datos objetivos. Este principio también sería aplicable al caso de Roxana Kreimer. En lo personal no proceso mucha simpatía por la psicología evolucionista, ya que en ciertos aspectos roza el materialismo vulgar y se olvida del factor histórico (palpable en la definición que la argentina hace del patriarcado), juzgando al ser humano como un animal más. Pero a pesar de esta suspicacia inicial, debo reconocer que es capaz de complementar (o enriquecer) las explicaciones científicas acerca de la diferenciación social entre hombres y mujeres.
Se agradece que la autora apueste por un feminismo “científicamene informado”. Se aprecia así como la autora procesa esta ideología por principios, no por moda o beneficios económicos, algo cada vez más común desde el proceso el 68 y la progresiva imposición del feminismo a nivel social. Esto posibilita la duda y el debate, rehusando así del dogmatismo. A parte del dogmatismo (como la de señalar al sexismo como causa de cualquier cosa) y la escasa indagación empírica, la autora pone énfasis en la posición paternalista que muchas veces parece adoptar el feminismo con la propia mujer, exponiéndola como un ser inválido, llegando a extremos de repudiar la idea clásica de “feminidad” y exponer como ideal feminista conquistar los roles masculinos tradicionales.
Un caso paradigmático sería el de los cupos, dejando claro Kreimer que el feminismo no tiene en cuenta las preferencias laborales dispares de cada sexo, aunque acepta en cierta medida los cupos (sin entrar a valorar el concepto de “discriminación positiva”), al igual que en lo referente al “techo de cristal” y los cargos jerárquicos.
Igualmente es muy interesante la crítica al constructivismo social a ultranza, que fraguaría la escuela de Franckfurt pero encumbraría luego el estructuralismo francés, que tantos males ha causado en las ciencias sociales. Sin embargo, se hubiese agradecido que una divulgadora tan docta en filosofía como Roxana hubiese desarrollado un poco más la cuestión, tal como hace José Errasti en su obra Nadie nace en un cuerpo equivocado (aunque sin mucha fortuna, todo hay que decirlo).
Una cuestión ciertamente curiosa es la crítica de la autora a la beatería que acabaría asumiendo el feminismo en lo que respeta a la prohibición del porno y la prostitución. A esto cabría replicarle que la contraparte que defiende el valor laboral de la prostitución o la “liberación” que esto supondría para la mujer, acaba derivando más en el nihilismo y la hipersexualización que en una libertad sexual sana y consciente.
Pasando un poco a la crítica, tal como he señalado, hay ciertas partes de la obra en la que se tiende un poco a exagerar el factor biológico-sexual en la división social por sexos. De esta forma Roxana acabaría ligando sexo y género de forma demasiado rígida , o haciendo análisis como si el ser humano moderno aún viviese en el Paleolítico Superior.
Precisamente esa fuerte ligazón sexo-género es lo que provoca la posición de la autora al respecto de la Transexualidad, sumando que lo hace ligándolo a una dicotomía caduca como es el eje izquierda-derecha. La autora parte de la supuesta existencia de caracteres cerebrales que predeterminarían el género de una persona. Una postura desechada por la ciencia (me vuelvo a remitir a José Errasti), y que incluso a nivel de lógica formal se podría venir al bajo al plantearle la pregunta: ¿Si el género lo determina el sexo, que hace el cerebro determinándolo independientemente del sexo de esa persona?. Otra cuestión es el lenguaje inclusivo, aunque en este caso la autora creo que hace una definición incorrecta del término, ya que cita la lógica substitución de plurales genéricos como “hombre” (que ni siquiera sería machista en su origen latino, ya que era el genérico plural sin género homo-homini, mientras que al varón correspondía el vocablo vir-virilis) por “personas”, pero esto no sería la jerga posmoderna que todos tenemos en mente cuando se nos nombra el lenguaje inclusivo.
A pesar de las discrepancias con la autora recomiendo el libro por su calidad como arma arrojadiza repleta de datos contra el dogmatismo imperante en tantas autodenominadas “feministas”, consiguiendo con él abrir la brecha entre las vividoras del feminismo y las alienadas por los cantos de sirena, primer paso imprescindible para lograr sumarlas al progreso social y a la igualdad real. Como conclusión me gustaría transcribir la frase final de la obra, una síntesis genial de los ideales de Roxana Kreimer:
“No es buena idea convertir a la mitad de la humanidad en enemiga de la otra mitad. Si hemos llegado hasta aquí es porque se han entendido, y el futuro de las próximas generaciones depende de que lo sigan haciendo”
Información sobre el libro
Título: El patriarcado no existe más
Autor/es: Roxana Kreimer
Editorial: Galerna
Edición: Primera edición en formato digital: diciembre de 2020
Número de páginas: 452