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Fútbol: deporte de mercado y alienación

El fútbol es uno de los deportes más populares de nuestro continente, siendo el más practicado en los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España). Pero, ¿Qué aporta realmente a la cultura?

Imagen ilustrativa

Más allá de la práctica disciplinada y sus beneficios (como aprender los valores de equipo o la puesta en forma personal) este deporte es un fenómeno cultural impulsado por las grandes oligarquías y sus intereses. Hablando en plata, lo que todos conocemos, un negocio incuestionable.

Deporte y negocio, de la mano

Un ejercicio divertido es echar el ojo a algunos nombres de equipos de la Primera División Alemana. Bayer Leverkusen o Red Bull Leipzig utilizan la marca empresarial para denominarse. En otros países es un poco más disimulado, aunque tras el nombre de ciudades como Madrid, Milán o París se encuentren nombres de magnates y jeques  como Florentino Pérez, Silvio Berlusconi o Al-Thani. Estos, junto a los principales medios de comunicación, han convertido al fútbol en un producto de entretenimiento de masas a nivel mundial.

La identificación de los seguidores con los clubes ha terminado de conformar un peligroso entramado en el que el deporte como tal pasa a un segundo plano, impulsando el partidismo y el consumo en favor de grandes marcas.

Patrocinios y contradicciones

El papel de los medios de comunicación y los patrocinadores facilita también la transformación del fútbol como deporte a fútbol como gran escaparate. La publicidad y el patrocinio de casas de apuestas, bebidas alcohólicas y comida basura entre otros productos, están lejos de fomentar los beneficios de practicar deporte. Más bien, pretenden agrandar las dimensiones y las consecuencias negativas de la sociedad del espectáculo.

Las Eurocopas patrocinadas por McDonald’s y los equipos portugueses por Super Bock y Sagres (marcas de cerveza) son algunos ejemplos de esta contradicción. En España, casas de apuestas como Bwin y BetWay patrocinan a equipos como el Levante y el Alavés. Estos anuncios nos enseñan que la realización personal a través del fútbol llega con la victoria del equipo con el que te sientes identificado o ganando una apuesta, nunca practicándolo.

Politización y enfrentamiento entre hinchadas

Algunos clubes también aprovechan la situación de seguidismo social para dotar de ideología política a sus gradas. En general, la mayoría de hinchadas ultras comulgan con ideales nacionalistas, en ocasiones cercanos al fascismo. Es el caso de las gradas de animación del Valencia CF, Real Madrid y Atlético de Madrid en España. En contraposición, las gradas de otros equipos abrazan una ideología más progresista, en favor siempre del posmodernismo ideológico. Los derechos LGTB, la lucha contra el racismo, el feminismo y el antifascismo son algunos de los móviles políticos de hinchadas como la del Rayo Vallecano o el Deportivo de la Coruña.

Esta disposición, a parte de la rivalidad entre los clubes con más trofeos y los que pertenecen a la misma ciudad, enfrenta constantemente a los seguidores de los clubes por razones ideales. Un ejemplo es la reprobación mutua entre seguidores del Real Madrid y FC Barcelona, que ha trascendido en la lucha identitaria del nacionalismo catalán y el español.

No hay que obviar que toda politización a través de los grandes clubes de fútbol (de una ideología o de otra) es ciertamente desclasada e insolidaria. Lo que puede parecer desde fuera una forma de organización política, no deja de ser un elemento más de un circo dirigido por grandes poderes económicos a los que poco les importa la situación material de las personas y el progreso de las naciones.

La putrefacción de lo que rodea a este deporte en muchas ocasiones nos hace olvidar que realmente es un deporte (el más popular en Europa). Los posicionamientos cínicos de cancelación tampoco parecen la solución para la performance futbolística, ya que tan solo en España hay 1 millón de federados que no van a dejar de practicarlo por causas extradeportivas. Quizás haya que aprender a convivir con la popularidad de esta disciplina sin nunca olvidar los perjuicios que nos genera el circo oligarca y mediático que gira a su alrededor.

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