Los profesionales de la nutrición claman al cielo ante las acusaciones de gordofobia que inundan las redes sociales. Y es que ahora cualquier crítica a los hábitos que generan problemas de obesidad puede ser un detonante para provocarle graves trastornos alimenticios a la gente.
En unas pocas horas me han acusado de ser un amargado soberbio, machista, gordófobo, de propiciar ortorexia y trastornos de la conducta alimentaria y de cometer un delito de intrusismo laboral.
Mejor cierro estoy por hoy y me voy a llorar a cualquier rincón. 😢
— sinAzucar.org (@SinAzucarOrg) March 5, 2019
Una de las personas más influyentes en el mundo de la nutrición, el realfooder Carlos Ríos, ha sido el foco de estas acusaciones durante semanas, lo que le ha llevado a tener que suspender su cuenta de Twitter debido al acoso recibido.
En esta cuenta se detesta a Carlos Ríos por promover los TCA en adolescentes y por ser un engreído, presuntuoso e insolente.
Un gilipollas 360, vamos.— Locas Del Coño (@Locarconio) October 2, 2020
En las publicaciones se puede ver como lejos de centrarse en la discriminación que pueda sufrir una persona por su peso, se promueve la idea de que los cuerpos obesos son un tipo de cuerpo saludable y por tanto deben visibilizarse. En primer lugar, hay que tener claro que cuando se crítica el fomento de la obesidad no se hace porque sea un problema estético, se critica porque es una enfermedad que acarrea graves problemas de salud como cardiopatías, diabetes, artrosis e incluso mayor riesgo de padecer COVID-19 severo.
En segundo lugar, debemos preguntarnos si es cierto que están tan invisibilizados. En los últimos años hemos podido ver como numerosas marcas han pasado de mostrar modelos anoréxicas a incluir en sus portadas modelos con un claro sobrepeso. Esta metamorfosis de los cánones publicitarios es el reflejo de un alarmante aumento de la prevalencia de la obesidad en la población, un 38,5% de adultos españoles sufre sobrepeso.
La actriz @ItziarCastro se desnuda para luchar contra la gordofobia 📸👀 https://t.co/81065d4sVK pic.twitter.com/KMreIqQlLw
— La Razón (@larazon_es) March 1, 2018
Esto es una muestra de cómo el capitalismo, bajo la imagen de romper con todo lo normativo crea unas normas propias que predican estilos de vida enfermizos. Las cadenas alimentarias contagian el hambre por obtener máximos beneficios a base de producir comida chatarra a los consumidores. De este modo, la comida pasa de ser un combustible vital a un negocio muy rentable.
Lo curioso es que los mismos que nos hablan del body positive, que de positivo no tiene nada, son los mismos que después defienden la pornografía y la prostitución como actividades empoderantes. Su alternativa frente a los problemas siempre es el individualismo extremo y atacar todo aquello que requiera un mínimo de disciplina como una dieta sana y el ejercicio físico.