París, la ciudad del amor y las luces, esconde una realidad social muy alejada de la imagen turística que nos venden.
En 2019 la región de la que París es capital, Ile-de-France, recibió 50 millones de visitantes. A su vez, la capital es punto de referencia para muchas empresas, siendo uno de los “hubs” económicos más importantes de Europa.
Pero en ningún caso las cifras de bonanza macroeconómica repercuten por igual a toda la población.
París y su región metropolitana alberga la mayor desigualdad económica de todo el país.
Según publica el Atelier Parisien d’ Urbanisme, en la región parisina se concentran los más altos y bajos sueldos del estado. El 10% más adinerado cobra 4.868€ de media, mientras que el más pobre cobra 505€ de media. Esto supone que la media del diez por ciento más rico cobra 9,6 veces más que el grupo más humilde. En el resto del país, esa diferencia se sitúa en 5,8 veces más.
Según también hace mención el estudio hecho por una organización perteneciente al ayuntamiento parisino, una de las principales razones de este fenómeno es el aumento del precio de la vivienda. Así, como en otras urbes europeas, la población se ha tenido que desplazar a las afueras de la ciudad, el conocido como “Banlieu”.
La mayoría se han ido al Norte y al Este de la ciudad, donde también se concentran las “Cités”, que es el apodo con el que los franceses conocen los antiguos parques de vivienda pública que se acabaron convirtiendo en guetos para los inmigrantes, donde en su momento la policía no era ni capaz de entrar y donde los problemas de violencia y droga eran lo habitual.
Aunque con el tiempo el estado francés modificó la manera de construir vivienda pública, mezclando grupos étnicos y haciendo pequeñas edificaciones que se integraran mejor con el resto del plano urbano, a día de hoy aún persisten grandes problemas socioeconómicos que perjudican a todos los trabajadores galos.