Internet ha cambiado radicalmente la forma de comunicarnos. Con su aparición a comienzos de los 2000 nadie sospechaba que iba a revolucionar de esta manera el mundo de la información. El periodismo, cuyo papel se pensaba que iba a ser importante tras la democratización de la ‘www’, ha ido degenerando y haciendo que cada vez sea más complicado informarse bien. La falta de órganos periodísticos públicos ha condenado a las personas a cada vez conocer menos el mundo en el que viven y más el mundo que te venden los grandes patrocinadores.
Los medios de comunicación han comenzado a elaborar su actividad únicamente a través de dispositivos electrónicos, lo que pone en riesgo de asimetría informativa a aquellas personas que no pueden permitirse tenerlo. Para más inri, estos medios on-line están implementando el modelo por suscripción, en el que el consumidor de información deberá pagar por navegar en estas páginas o aplicaciones. Es el caso de elperiodico.es, El País o El Mundo.
La brecha digital
La brecha digital se refiere a la diferencia en el acceso y conocimientos de uso de las nuevas tecnologías. Se suele determinar en base a diferentes criterios, por ejemplo económicos, geográficos, de género, edad o entre diferentes grupos sociales.
En este caso la brecha supone no solamente situar como privilegio el acceso en si a estas webs, sino también al conocimiento de la realidad que han aportado la prensa, la radio o la televisión desde su creación y democratización. El flujo de información que recibas, dependerá de tu posición económica.
Dependencia de la inversión de las empresas en publicidad
La crisis del coronavirus ha acelerado todo. La prensa en papel ha consumado ya su hundimiento; nada es como antes. El cierre de medios, las aplicaciones de ERTES y los recortes de plantillas han continuado precarizando el sector periodístico. La caída de la venta de ejemplares ha hecho que los medios digitales comiencen a cobrar por visita, potenciando la brecha social entre los consumidores de información.
El problema llega a raíz de la financiación. La publicidad comenzó a ser la principal fuente de ingresos para los medios desde que de adaptaron a internet. Ya no solo para la radio y la televisión, sino también para lo escrito; en papel y on-line. Además, con la llegada de las redes sociales en el año 2010, los medios de comunicación conocieron a sus nuevos grandes competidores (Google, Facebook, Twitter…). Las plataformas musicales como Spotify han ido minimizando la importancia de la radio a su vez.
Este acontecimiento ha aumentado la demanda en publicidad, con su consiguiente bajada de precio. Desde 2007 hasta 2019 tan solo ha subido el gasto publicitario en las redes sociales. La inversión total en medios de comunicación ha descendido un 24%. El mayor varapalo se lo llevan las revistas y la prensa escritas con bajadas del 70% y del 60% respectivamente.
Los medios, erguidos históricamente como independientes, han dependido de la influencia directa de las grandes empresas para su subsistencia. La ideología de estos ha estado marcada en numerosas ocasiones por los patrocinadores. Ahora que la publicidad ha perdido valor, queda en evidencia la venta en favor de nada de unos medios de comunicación que le sacarán los cuartos a los consumidores para sobrevivir.