Durante los últimos meses se está observando un aumento en el número de celebridades que se identifican como pertenecientes a la clase trabajadora. Este tipo de declaraciones parecen servir para alimentar el afán de estos conocidos personajes de aproximarse a sus seguidores. Es decir, estas proclamas tienen como fin ocultar mediante un velo de falacias y medias verdades las verdaderas condiciones de vida de estas figuras públicas, para que sus admiradores puedan sentirse identificados y comprendidos con figuras con las que, en realidad, no comparten nada.
La representación más clara y reciente de esta práctica es, desde luego, Samantha Hudson. Hudson es una de las mencionadas celebridades que no pierde ocasión, en ninguno de sus actos públicos o entrevistas, en reafirmarse como parte de la clase trabajadora. Por ejemplo, la susodicha aseguraba vehementemente lo siguiente en el programa televisivo Gen Playz: “Yo soy de clase obrera y creo que queda bastante clara mi postura con ese tema.” (Samantha Hudson, 2021).
Sin embargo, la realidad se contradice con esta declaración. Hace pocos días se conoció la noticia de que los concursantes del programa televisivo MasterChef Celebrity 6, en el que participa Samantha Hudson, cobran una media de 15.000 euros por semana; una cantidad que sobrepasa enormemente el sueldo medio de cualquier cocinero en España.
De hecho, se sabe que el sector de la cocina en particular, y el de la hostelería en general, es uno de los sectores más precarios en nuestro país. Son cotidianas las largas jornadas laborales, la temporalidad o las horas extra que no se cobran. Asimismo, el salario medio de un cocinero apenas supera los 1000 euros mensuales, la oferta de empleo depende completamente de las etapas turísticas y no hay prácticamente ningún trabajador en el sector que nunca haya cobrado en negro.
Así, queda en claro que, cuando los personajes que se han convertido en celebridades por realizar labores de showman en la televisión pública afirman ser de clase obrera, solo están intentando enterrar bajo la montaña de sus bochornosos espectáculos la realidad de los trabajadores. Esta intención de crear un personaje obrerista no responde a más que a sus intereses personales de ser referentes de algo, aunque tengan que maquillar y esconder con sus estridentes mentiras la explotación a la que es sometida diariamente la clase trabajadora.
