La capital andaluza ha acogido este mes de mayo la final de la UEFA Europa League entre el Eintracht de Frankfurt y los Rangers escoceses. Más de 50.000 aficionados de ambos equipos arribaron a la ciudad durante los días previos a la final.
El estadio Ramón Sánchez-Pizjuán ha acogido la final, para la que el alcalde del PSOE, Antonio Muñoz, y el presidente del Sevilla FC, Pepe Castro, prepararon un ‘Fan Festival’ por todo lo alto. Comenzaba así el calvario para el patrimonio y los habitantes de la capital hispalense.

Fan Festival en Plaza de España.
El encuentro se ha topado con una planificación poco ortodoxa, pues el estadio escogido se encuentra cerca del centro de la ciudad, en oposición al Estadio Olímpico que acogió la Final de la Copa del Rey el pasado mes de abril, en el extrarradio y con mayor capacidad.
Los organizadores han decidido, por contra, concentrar ambas aficiones en el casco antiguo de la ciudad. Uno que, si algo, destaca por sus fachadas, jardines y edificios de gran valor patrimonial y varios siglos de historia. Esto ha llevado al corte de acceso y múltiples desvíos en los alrededores del estadio, a sólo 5 minutos del casco antiguo.
🟥 @PoliciaSevilla inspecciona establecimientos en diferentes zonas de Sevilla, en la jornada previa a la #UELfinal. Se precintan tres en la Plaza de San Francisco y se suspenden dos en Eduardo Dato por diferentes irregularidades.#Gobernación @Ayto_Sevilla pic.twitter.com/kr8azQnK8X
— Emergencias Sevilla (@EmergenciasSev) May 18, 2022
Las imágenes del espanto no se han hecho esperar. El turismo de borrachera que tanto ha martirizado a España, sus costas y sus capitales, se ha instaurado en Sevilla por más de tres jornadas seguidas. Así, el consumo desmedido de alcohol en la vía pública se ha conjugado con la toma de parques y plazas por asalto.
Habitar Sevilla estos días se volvía una prueba de obstáculos, con hooligans semi-desnudos, vociferantes y en un claro estado de embriaguez, aún a bajas horas de la mañana. Las peleas entre hinchas completamente borrachos han cortado calles y avenidas.
Especialmente lamentables han sido las imágenes en la Avenida Menéndez Pelayo, frente al edificio de la Diputación. La batalla campal ha enfrentado a decenas de ultras de ambas hinchadas, destrozando el mobiliario de bares y comercios circundantes. La noche anterior, los vecinos de Nervión presenciaron un episodio similar.
Pero no han sido estos los únicos incidentes. El ‘Fan Festival’, como se ha comentado, tenía sede en la Plaza de España. La apisonadora que ha supuesto la afición, beoda y desatada, ha terminado por usar el estanque y las barandas de la Plaza como piscina y trampolín. Un balconing a pequeña escala con el patrimonio de Sevilla, traduciéndose en daños al mismo.

Plaza de España.
Los parques y jardines rebosan de latas de cerveza y todo tipo de desperdicios. Las calles y los monumentos apestan a orín. Las fuentes y los estanques son usados a modo de piscina. De este modo, la ciudad es convertida de nuevo en un botellódromo masivo, devorada ola tras ola por el turismo más voraz y sin repercusiones.
