La ciudad de Ferrol se sitúa en el extremo norte de la provincia de A Coruña, presidiendo la ría a la que da nombre. Condicionada por su situación geográfica, la ciudad ha vivido siempre de cara al naval, especialmente al ámbito militar. Prueba de ello es su Arsenal Miliar real, del siglo XVIII, fruto de su capitanía del Departamento marítimo del Norte. Allegándonos más a la contemporaneidad, su puerto y Arsenal cuentan con el honor de ser uno de los escasos escenarios en suelo gallego de oposición frente al golpe militar del 18 de julio de 1936 (junto con los barrios populares de Vigo y la Gudiña ourensana), tal como atestiguaron los marineros y trabajadores que tomaron el acorazado España y el crucero Almirante Cervera. Pero el fracaso de esta resistencia supuso un estigma aún mayor para la ciudad, ya que hasta los años 70 tuvo que ver asociada a su nombre el posesivo del dictador que encumbró aquel movimiento que acabó con la II República.
Pero aunque su pasado sea fascinante, hoy trataremos de analizar más el presente de esta ciudad y el área en la que esta tiene influencia (conocida como la comarca de Ferrolterra, que englobaría los municipios de Ares, Mugardos, Fene, Neda, Ferrol, Narón, Valdoviño, Cedeira, Moeche, As Somozas y San Sadurniño). Partiendo ya de sus condiciones previas, Ferrol en el franquismo fue testigo de como sus astilleros eran enormemente potenciados, estando en manos de la Empresa Nacional Bazán (antecedente empresarial de la actual Navantia-Ferrol), que en su punto álgido, junto con Astano, llegaron a dar trabajo a unas 15.000 personas.
Pero a partir de los años 80 todo comenzó a cambiar. Por estas fechas el cuerpo principal de la flota de la Armada Española sería trasladada a Rota. Pero lo más relevante para la región fueron las medidas económicas que el gobierno de Felipe González comenzó a aplicar en pro de congraciarse con la Unión Europea, para que esta le permitiese el acceso a la misma. En esta línea se aplicaría lo que desde entonces se conoció como la Reconversión Indrustrial (plasmado en el libro Libro Blanco de la Reconversión Industrial, elaborado por el ministerio de Industria Carlos Solchaga, y aplicado por Real Decreto Ley 8/1983, de 30 de noviembre). Pero tal como los propios trabajadores señalaron, hasta el nombre era engañoso, ya que con posterioridad al desmantelamiento de las principales estructuras industriales los trabajadores no fueron reubicados en otros puestos de trabajo (el epíteto de desindustrialización sería el más adecuado para denominar el proceso). La única alternativa que la UE ofreció fueron fondos que financiaron Bolsas de Trabajo, que en la práctica funcionaron como plataformas fantasma que convocaba constantemente a los trabajadores para realizar un sinfín de cursillos que no llevaban a ningún sitio. Paralelo a la aplicación de estas Bolsas se dieron las prejubilaciones masivas.
El shock sociológico que supuso este proceso fue plasmado cinematográficamente en obras como Los lunes al sol (Fernando León de Aranoa, 2002), y en el caso de Ferrol, el declive de la ciudad puede percibirse en la decadencia del céntrico barrio de la Magdalena, con orígenes en el siglo XVIII y completado por el arquitecto municipal modernista Rodolfo Ucha a inicios del siglo XX.
La realidad de la ciudad ferrolana no ha cambiado desde entonces, la desindustrialización aún sigue hundiendo su espada en la costa coruñesa. El INE indicaba que la tasa bruta de natalidad por municipio en Ferrol de 5,05 nacidos por mil habitantes en 2019. Según las estadísticas de Foro-ciudad, con base en el INE, a inicios de los años 80 la ciudad de Ferrol llegó a rebasar los 90.000 habitantes, comenzando a decrecer a raíz de este punto. Estamos hablando que en estas fechas se situaba como la tercera ciudad de Galicia por número de habitantes. Según los datos publicados por el INE a 1 de Enero de 2021 el número de habitantes en Ferrol es de 64.785, 775 habitantes menos que el en el año 2020. Esto la sitúa como la séptima ciudad gallega en número de población. En la última década habría perdido casi 10.000 habitantes. Para que nos hagamos una idea, a principios de los 2000 su población era de 80.000 habitantes.
Pirámide de población de Ferrol en 2021. Gráfica extraída del INE
En el ámbito laboral las cifran son desoladoras. Según las cifras de la Última encuesta de población activa, Ferrol tiene el peor índice de paro de las siete ciudades gallegas, con un 22%, contrastando con el 3, 8 de Santiago de Compostela y el 11% de Galicia. Su tasa de actividad y de ocupación también son de las más bajas de Galicia. A esto hay que sumarle el fenómeno migratorio, de tan hondas raíces en Galicia, que aumenta la sangría demografía pero maquilla los datos laborales.
En este panorama son pocos los “brotes verdes” que podemos vislumbrar. En el año 2003 se concluía el tramo de la autovía AP-9 que unía Fene y Ferrol, y conectaba a la ciudad con la fachada atlántica gallega. Especialmente desde los años 2000, la promoción de la ciudad y la comarca se ha centrado en el ámbito turístico, siendo destacando sus paisajes y su patrimonio cultural. Pero en la práctica se ha demostrado que la potenciación de este sector es incapaz de dar una salida laboral a la población autóctona, siendo incapaz de retenerla en la región.
El pasado 6 de abril, Pedro Sánchez, junto a la ministra Yolanza Díaz (nativa de la ciudad), asistieron a la ciudad para presidir el acto del primer corte de chapa de las nuevas fragatas militares F-110, encargadas por el ejército. Se cree que esto podrá crear unos 7.000 puestos de trabajo directos e indirectos. ¿Será esto el inicio de la recuperación de Ferrolterra, o solo prolongará su agonía?.