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Fiestas en pandemia: degeneración en medio de la crisis

Las celebraciones del fin del Estado de Alarma se sucedieron por multitud de ciudades españolas. No obstante, las fiestas y el ocio nocturno ilegal no ha parado durante la pandemia del Covid-19. La noche del sábado fue sólo “una más”.

DVD 1046 (26-03-21) Decenas de personas, muchas de ellas francesas, cantando, gritando y bailando en la calle Espoz y Mina, pasada la hora del toque de queda, despues de salir de varios bares de los alrededores. Foto: Olmo Calvo

Las imágenes vistas en la noche del sábado pasado, es decir, la hora final del Estado de Alarma, son por desgracia vergonzantes a la par que poco sorprendentes. Multitud de personas, jóvenes y no tan jóvenes, se agolparon en las plazas y calles de las ciudades españolas para celebrar el fin de los toques de queda. Una actitud individualista y muy poco empática con todos aquellos que sufren la enfermedad o llevan más de un año dando lo mejor de sí para paliar sus efectos. 

Sin embargo, no es algo que haya sido flor de un día, puesto que desde que en mayo de 2020 se terminara el confinamiento domiciliario, las fiestas masivas han sido comunes. Legales o ilegales, en domicilios privados, pisos de alquiler, discotecas o donde fuera, la tónica general ha sido la de alternar sin pensar en las consecuencias. Más aún en periodos donde estaba prohibido las reuniones de más de cuatro o seis personas, debido a las altas tasas de contagios.

Existen multitud de ejemplos que abrieron telediarios. Entre ellos el del desalojo de una ‘rave’ ilegal desalojada en Llinars el día 2 de enero. La fiesta se saldó con dos detenidos y más de 200 identificados tras más de 40 horas de fiesta. Cómo ya se ha dicho en el párrafo anterior, no sólo han ocurrido atentados contra la salud pública en ‘okupas’. Durante el verano, en una actuación de los DJ Les Castizos en un local de Torremolinos, uno de los artistas escupió alcohol al público. También fue pasando la botella de boca en boca, en una fiesta donde las mascarillas brillaban por su ausencia. Estos dos son sólo algunos de los casos más mediáticos, pero se podría estar así durante horas, con escándalos de todo tipo y condición.

 

Capturas del vídeo de la polémica en Torremolinos (Twitter)

 

Por si no fuera poco con la irresponsabilidad de algunos ciudadanos de nuestro país, también se les dio carta blanca a los turistas para participar en la ‘juerga’. A ojos de todos llegaron las imágenes de cientos y miles de “turistas” franceses que abarrotaron la capital durante los meses de marzo y abril. Mientras en muchas comunidades autónomas la gente no podía ni ir a la casa de sus familiares, en Madrid todo valía. Con el pretexto de la “libertad” y de la “vida a la madrileña”, desde el gobierno regional se espoleaba a todo el mundo a abarrotar los bares y a pasárselo bien. 

De hecho la misma presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, justificó y afirmó que esa afluencia de turistas era tremendamente positiva para Madrid. “A mi me parece bien que vengan a nuestros museos, comercios y a nuestros restaurantes a mover la economía” son palabras literales de la reelegida presidenta. En caso de ser cierto, al menos por una amplia mayoría, serían unas declaraciones aceptables en una situación de ‘normalidad’. Pero dado el contexto actual y siendo conscientes de que la inmensa mayoría de quienes cruzaban las fronteras era para salir de fiesta, las palabras son cuanto menos sonrojantes. Mientras en sus países no era posible ni entrar a una cafetería a tomar un té o un café para desayunar, aquí las calles del centro madrileño presentaban un ambiente que recordaba al de unas fiestas patronales.

 Las consecuencias de haber convertido con los años el país en una especie de chiringuito o bar para los países del centro y norte de Europa, se perciben ahora más que nunca. La economía española está totalmente supeditada a la dinámica del turismo y la hostelería, por lo tanto no resulta extraño que los gobernantes hagan lo posible por permitir el ‘turismo de borrachera y fiesta’. Por lo tanto, las reacciones de la noche del fin del Estado de Alarma, son sólo una pieza más dentro del dominó en el que nos encontramos como país. Las fiestas ilegales y el ocio de borrachera se han repetido desde hace ya muchos meses, tanto por quienes viven aquí como por quienes necesitan cruzar la frontera para hacerlo.

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