La farsa del ascensor social es el eje central del discurso liberal. Según esta prédica idealista, todo hombre con esfuerzo, independientemente de sus condiciones materiales, puede llegar a la cúspide de la pirámide social. Es decir, cualquier persona de Hortaleza, Otxarkoaga o Sant Andreu, con mucho esfuerzo y un toque de genialidad, puede ser el nuevo Elon Musk partiendo de un humilde garaje. Es la versión modernizada del sueño americano. Solo que ahora este sueño, ni en su discurso inicial es apto para todo el mundo, ya que, al menos debes ser propietario de un garaje para emprender. He aquí la farsa del ascensor social o la mentira de la meritocracia. A continuación, trataremos sobre la ciencia del ascensor social y sus pilares elementales.
LA CIENCIA DEL ASCENSOR SOCIAL
HERENCIA
Los datos sobre la desigualdad en el mundo que elaboraron los economistas Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Thomas Piketty, Gabriel Zucman y Emmanuel Sáez nos muestran, que en el año 2013 el 10% de los españoles más ricos acumulaba el 57% de la riqueza personal del país. Por otra parte, según el índice Gini, el 68,8% de la desigualdad el España radica en la herencia. Otro estudio del Think Tank estadounidense Instituto Peterson determinó que al menos el 54% de los superricos españoles han heredado su riqueza. Con estas cartas sobre la mesa, podemos apreciar que el ascensor está averiado, o en su defecto el botón de subir no funciona.
ACCESO A EDUCACIÓN
Otro de los puntos críticos de la farsa del discurso del ascensor social, es la restricción de acceso a la educación superior. Los ricos no solo heredan el patrimonio familiar, también heredan el colchón socioeconómico, que les permite dedicarse exclusivamente a los estudios superiores en la universidad elitista de turno. Aunque películas como “En busca de la felicidad” nos muestren que con astucia y sacrificio se accede a la educación de élite, lo cierto es que pocos son los plusmarquistas que han bajado de los 9,80 segundos en los 100 metros lisos. Es decir, muy pocas personas han accedido con el sudor de su frente a la educación elitista, donde, entre otras cosas se paga por conseguir una ilustre agenda de contactos telefónicos.
Los sociólogos Fabricio Bernardi y Hector Cebolla Publicaron una encuesta con datos de la población nacida con posterioridad a 1976. En esta encuesta se preguntó a personas de las dos clases sociales si recordaban ser buenos estudiantes o no, y si cursaron estudios superiores. Esta encuesta reveló que tan solo el 10% de los encuestados de clase trabajadora, que tenían recuerdo de ser malos estudiantes, pasaron a la universidad. En cambio, entre los ricos que tenían dicho recuerdo, el porcentaje de universitarios fue superior al 65%. Este es un ejemplo, de que, para los ricos, el botón de subir funciona por defecto.
LAS VÍCTIMAS DEL ASCENSOR AVERIADO
Después de analizar el fraudulento y averiado engranaje del ascensor, tan solo nos queda avisar de su funcionamiento defectuoso a los potenciales usuarios de clase obrera. Así podremos subsanar a tiempo los perjuicios inherentes a la farsa de la meritocracia para los trabajadores. calamidades que abarcan un amplio abanico de dolencias, sin ir más lejos. Entre los cuales podríamos destacar la depresión, la ansiedad, el estrés crónico, la baja autoestima… Siendo estas algunas de las múltiples causas del suicidio. En España, en el año 2020 se quitaron la vida 3941 personas. Es la segunda causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 29 años. Este dato se ha repetido durante los últimos 13 años. Por otra parte, la adicción al juego, la cultura de la ostentación, la moda especulativa de las criptomonedas y la pseudomentalidad de tiburón también son posibles consecuencias del relato del ascensor social.
A modo de conclusión, decir que en este caso también dato mata relato. Aunque internet sea un espacio donde cuentacuentos liberales nos embauquen con cuentos de hadas, Las condiciones materiales son las que determinan el devenir de las personas y no la voluntad.