La visión general de lo que conocemos como ocupación, ha sufrido una gran variación en los últimos años. Desde finales de los años 70, coincidiendo con la paulatina destrucción de las organizaciones revolucionarias que habían plantado cara al fascismo y el fin de la Transición, surge el movimiento okupa. Anarquistas, libertarios, e incluso independentistas. Años de fuerte paro juvenil y el boom de la heroína.
Las primeras casas ocupadas aparecieron en Pamplona y Barcelona, más tarde Bilbao o Madrid. Y, a pesar del endurecimiento del código penal respecto a las ocupaciones, entre 1996 y 1999 se produjeron más de 200 ocupaciones en toda España.
A día de hoy, se habla principalmente de ocupación con vocación de permanencia en un inmueble ajeno sin consentimiento de la propiedad. El problema de acceso a una vivienda digna en España ha generado este fenómeno. La izquierda del sistema ha alentado este movimiento, del que se aprovechan mafias y ciertos movimientos políticos.
La Crisis del Ladrillo y sus consecuencias
La Ley del Suelo de 1998 del PP, concesión sin límite de crédito para compra o el turismo en masa abonaron el terreno para la gran especulación. La crisis capitalista de 2008 arrasaría con todo. Sin trabajo las hipotecas no pueden pagarse, las obras se cancelan: desahucios, fondos buitre, rentistas parasitarios, turismo decadente, etc. El grifo a las constructoras e inmobiliarias vuelve a abrirse en 2013. Crédito sin límite para nuevas obras e inversión, agravando con más saña el problema de la construcción sin planificación alguna.
Los centros sociales, de mano del movimiento okupa, se convierten en microespacios. Se alejan de la realidad del día a día de la clase trabajadora y acaban siendo lugares donde prolifera el ocio a través del alcohol, drogas, conciertos, etc. Se refuerzan subculturas marginales que ahondan aún más en la separación entre los trabajadores.
Frente a esta realidad nacen los proyectos de la Casa Obrera en Mallorca o Esperanza Obrera en Valencia. Proyectos que se desvinculan totalmente de ese llamado movimiento okupa. Se construye una alternativa. Trabajar por y para los trabajadores. Llevar a cabo despensas solidarias y reparto de alimentos. Asesoramiento sindical, de vivienda, confluencia de luchas obreras. Albergue para trabajadores desahuciados, en situación de vulnerabilidad Promoción del deporte y el ocio realmente alternativo, prohibiendo el consumo de todo tipo de drogas, legales o ilegales.
Más imagenes del reparto de alimentos de hoy al que han acudido 200 familias trabajadoras. pic.twitter.com/XKmcIMuZCe
— Esperanza Obrera (@esperanzaobrera) December 14, 2020
REPARTO DE ALIMENTOS EN LA CASA OBRERA
Ayer en la Casa Obrera repartimos 2330kg de comida entre más de 250 trabajadores. La Casa Obrera se ha vuelto fundamental para que más de un centenar de familias de Palma puedan llegar a fin de mes. pic.twitter.com/SjNFVPcsl7
— Casa Obrera Mallorca (@CasaObrera) January 25, 2021
Por otro lado, la izquierda tradicional, nunca han dado respuesta, escudándose muchas veces ante la lentitud e la justicia.
El claro ejemplo, es Pablo Iglesias, cuando aún no estaba en el gobierno, cuando defendía la expropiación: Una vez dentro, la cuestión ha cambiado.
Otro ejemplo es la okupación parasitaria de fiesta y degeneración, como la vista en Barcelona, en plena pandemia:
🔴📹 #ARAMATEIX: En marxa una cercavila okupa al barri de Gràcia amb unes 200 persones que ha acabat amb un concert des d’un terrat al carrer de Santa Rosa. Un 70% no porten mascareta. #Barcelona @elnacionalcat pic.twitter.com/8G6v3ElBw9
— Guillem Ramos-Salvat (@ramossalvat) January 5, 2021
Ante esto, algunos grupos han optado por una visión de disciplina, sacrificio y constancia. Valores que pertenecen históricamente a la izquierda revolucionaria. Apuestan por la expropiación a los grandes propietarios, que viven de rentas y del trabajo de miles de obreros y que son los causantes del grave problema existente a día de hoy como verdadera solución al problema de la vivienda.