Primero el diario El País, y después el Colegio Oficial de Enfermería de Valencia, han denunciado públicamente la pésima situación del sector de la enfermería geriátrica.
Hoy en día, los profesionales de este sector están cargando a sus espaldas una cantidad mayor de trabajo. Los enfermeros están llegando a sobrepasar en muchas residencias el número de 100 personas a su cargo. Esto sobrepasa con creces los límites de cada profesional. A parte, superar estas ratios también perjudica al paciente, quien ve empeorado su tratamiento y, consecuentemente, su calidad de vida.
También, los bajos sueldos en comparación con los profesionales de enfermería de hospitales agravan esta situación. Son varios los sanitarios que emigran a estos centros de salud, también por las ventajas que tienen a la hora de hacer oposiciones. Mientras haber trabajado en un hospital puede llegar a sumar 0,5 puntos, haberlo hecho en una residencia, solo 0,1. Aún así, sobre todo los recien graduados solo encadenan contratos temporales en hospitales, pero que, en la práctica, tienen mejores prestaciones que los ofrecidos en centros geriátricos.
La respuesta de las patronales del sector de enfermería
Por otro lado, ante la escasez de profesionales, las patronales del sector empiezan a hacer demandas, o hasta incluso movimientos.
Una de las proposiciones al gobierno es importar el modelo geriátrico francés, que sufraga todos los gastos de tipo sanitarios. Con este método, se deja en manos de los centros el resto de la gestión, y manteniendo la atención del estado con aquellos que durante tantos años han cotizado.
Además, la patronal catalana está tramitando la llegada de unos 1.000 enfermeros provenientes de Colombia, para frenar el goteo constante.
Al final, esta solución solo parchea un problema de fondo más grande, como es la alta tasa de migración de los profesionales de salud de nuestro país, que se tiene que ir al extranjero en busca de unas condiciones que en España no se dan.
Lo de las residencias de ancianos y la falta de personal de Enfermería era cuestión de tiempo que terminara de explotar.
Estos centros han sido la máxima expresión de precariedad y sobrecarga laboral en los últimos años, con miles de historias para llorar.
Ahora lloran ellos.— perdidue (@perdidueblog) July 5, 2021
