Los jóvenes son uno de los sectores de la población que más ha sufrido y sufre los efectos de la crisis del Covid-19 en España. A su ya situación precaria anteriormente, se ha sumado un contexto excepcional, que no hace más que agudizar la dificultad de la juventud para abrirse paso.
Uno de los apelativos más nombrados y conocidos para los jóvenes de hoy en dia es el de “nini”. Con ello, la sociedad se refiere, en ocasiones de forma despectiva, a aquellos que ni estudian, ni trabajan. Algunos de ellos puede que se encuentren en dicha posición por voluntad propia, ya que su situación socioeconómica familiar se lo permite. Pero la gran mayoría provienen de familias trabajadoras, que o se han quedado sin trabajo, o no pueden acceder a unos estudios. Las tasas de matriculas universitarias se encarecen de forma progresiva cada año, siendo imposible para muchas familias costear las de uno de sus hijos.
Debido a la ya mencionada crisis derivada de la pandemia mundial, muchos jóvenes trabajadores, la mayoría de sectores precarios, se han visto despojados de su puesto de trabajo. De hecho, esta es la principal causa de que el número de “ninis” haya aumentado en España por primera vez desde 2013. El porcentaje se sitúa en un 17,3%, 2,4 puntos superior al de el año anterior, rompiendo la tendencia decreciente de lo últimos 8 años.
Para nada se puede decir, que la causa sea principalmente el poco interés por los estudios. En este aspecto, la población que estudia o se forma aumenta de forma continuada, hasta alcanzar un 57,3% en 2020 según el Ministerio de Educación. No es por lo tanto la falta de interés por ganarse la vida, si no la falta de oportunidades lo que crea esta situación. Hace 15-20 años, se criticaba a los jóvenes que dejaban de estudiar prematuramente, para enrolarse en la construcción. Allí obtenían salarios muy superiores a los que posiblemente consiguieran tras estudiar incluso una carrera universitaria.
Mucho rollo con los ninis pero España está llena de gente que quiere trabajar y no puede, que se ha dejado la piel estudiando y no tiene ni una sola oportunidad, y si la tiene es en condiciones tremendamente precarias.
— Trobriand (@_trovador__) March 17, 2021
Ahora ya, ni eso es posible, dado que no hay una vía mediante la cual la juventud pueda independizarse de forma absoluta. De hecho, otro de las etiquetas que se empieza a generalizar es el de “generación boomerang”. De forma análoga al conocido utensilio volador, un gran número de jóvenes anteriormente emancipados, se ha visto obligado a volver a su hogar familiar. En 2019, sólo el 18,7% de los jóvenes menores de 30 años estaban emancipados, como recoge el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
Se está fraguando por lo tanto, una generación completa de personas que no son capaces de independizarse y de acceder a un trabajo medianamente bien remunerado. No es más que el fiel reflejo de un sistema, en el cual quienes menos tienen que perder siguen perdiendo. Por supuesto que hay “ninis” de familias adineradas, pero da igual, pueden permitirse no formarse nunca, puesto que siempre tendrán un puesto asegurado en la empresa familiar. Ante esta situación límite, se presenta un horizonte en el cual las batallas de la clase trabajadora serán determinantes. Como se ha dicho anteriormente, la paupérrima situación de nuestra juventud, también es cuestión de la clase a la que pertenecen.
Y si revisan el predial, agua y demás, lo más probable es que tampoco paguen. Así hasta yo sería gran empresario.
Ellos si que son los verdaderos NiNis de México.
Ni pagan impuestos, ni pagan luz, ni pagan buenos sueldos.— Armando (@armandz_85) March 19, 2021