En la madrugada de ayer comenzamos a conocer los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas. Tras el bochorno que supusieron los debates previos a cita electoral, los resultados son claros: mayoría absoluta para el PP (con 58 escaños), y debacle de Podemos y Ciudadanos (que no consiguió revalidar ninguno de sus 21 escaños). Mientras tanto, Vox mantiene unos resultados similares a las anteriores elecciones (pasa de 12 a 14), y el PSOE pierde 3 (a pesar de ser su feudo histórico y donde mayor control ha desarrollado a nivel local). Pero lo más destacable en realidad, fue la escasa participación electoral, en torno a un muy bajo 58% de participación. Prosiguiendo así una dinámica de largo recorrido, que muestra clara del descontento popular hacia el sistema electoral en nuestro país.
Ante estos resultados, ya se ha empezado a hablar del “debacle de la izquierda”. Esto ha hecho emerger a la superficie los manidos recursos de la izquierda en estas situaciones. Campañas mediáticas desfavorables, desunión, complicidad con la extrema derecha, falta de responsabilidad de los votantes (o de los que decidieron no votar)… En este sentido se vió como en las elecciones andaluzas se utilizó la misma retórica que en las autonómicas madrileñas. Todo apunta en que en los próximos comicios, la estrategia seguirá siendo la misma, y los resultados no parece que puedan ser mejores. Rafael Simancas, demuestra que tras los fracasos, abundan las mismas excusas de siempre.
Venga ya.
Menos ínfulas. Ni cambios de ciclo, ni feijoazos, ni lecturas nacionales golosas.
La gente ha votado gobierno, como suele ocurrir en tiempos de zozobra.
Y ahora, a la dura realidad. Ellos siguen gobernando en Andalucía, y nosotros seguimos gobernando en España.
— Rafael Simancas (@SimancasRafael) June 20, 2022
De todas las declaraciones post-electorales, han sorprendido las de la líder de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez. Ante el irrisorio resultado de 2 escaños, ha celebrado por todo lo alto haber “pinchado el globo de la extrema derecha”. Parece olvidar que el parlamente andaluz cuenta con 109 escaños. Puede que Vox no haya crecido lo que esperaban, pero el proyecto de Rodríguez empieza con cimientos muy débiles. Únicamente le consuela el que Vox no vaya a estar en el gobierno.
#EnDirecto | Teresa Rodríguez: “Andalucía tiene la dignidad suficiente como para no haber tragado a Macarena Olona. Hemos pinchado el globo de la extrema derecha. Vox se ha pegado un ‘Macarenazo’, pero en la frente” pic.twitter.com/2GaBbnOXoi
— Europa Press (@europapress) June 19, 2022
¿Qué es lo que hay “a la Izquierda del PSOE? En el caso andaluz encontramos un proyecto; así es, un proyecto abanderado por: LA UNIÓN. Detrás del conglomerado que supone Por Andalucía, se encontraría la prueba preliminar que se está preparando a nivel estatal para ser comandada por Yolanda Díaz.
Ante este panorama, nos cabe la pregunta de en qué medida esa dicotomía entre izquierda y derecha sigue siendo válida, ya que en nuestro país fue la tónica general desde que se instauró la actual democracia. Ya que cuando el binomio PP-PSOE se comenzó a cuestionar, surgieron sus apéndices políticos, uno (Podemos) denunciando el “fascismo” omnipresente y otro (Vox) simulando una batalla heroica contra el “socialcomunsimo”. Pero esa dicotomía surge a raíz de la Revolución Francesa, y se enmarca en el debate conservadurismo-liberalismo, y cambia especialmente de significado con el final de la Segunda Guerra Mundial. Es entonces cuando se establece un consenso en torno a un modelo de Estado capitalista de corte socialdemócrata.
Antes de finalizar, debemos pararnos a analizar una cuestión de vital importancia que ya emergió en el 2018 con la llegada de Vox al parlamento andaluz. Esta es el eterno debate de si “el obrero votante de derechas es estúpido o ignorante”. Al igual que en Madrid, este fue uno de los argumentos más utilizados para justificar los escasos resultados de las “izquierdas”. Pero ante esta cuestión deberíamos preguntarnos en qué medida estos partidos han planteado cuestiones durante la campaña que tengan que ver con los problemas reales de los trabajadores. Y a esto habría que sumar la cuestión de la eficacia de llamar constantemente fascista a cualquiera que opine diferente a ti, lo que no solo crea rechazo, sino que acaba banalizando el propio término de fascismo. He aquí un ejemplo entre tantos.
Andalucía es una autonomía ANALFABETA. Sin cultura ninguna, donde todavía se dice” Lo ha dicho la televisión”. Es una vergüenza de pueblo que se ha olvidado de su historia . Me dan asco los pobres qué votan a la derecha, si, asco no pena. Que envidia de Cataluña o país vasco.
— Juan Suárez (@juanmanuel7611) June 19, 2022
Para concluir, considerar a alguien que deja su vida para darle lo mejor a los suyos y sacarlos adelante puede ser catalogado de muchas cosas, pero de “tonto” o “ignorante” desde luego que no. Más aún si con toda la lógica del mundo se opone a las corruptas y escasamente representativas dinámicas electorales de nuestro país (o si se ve puntualmente influenciado por la demagogia de Vox). No debemos olvidarnos de la escasa participación electoral en Andalucía, por lo que si hay que acusar de algo a los andaluces es de descontento, no de ignorancia o extremo conservadurismo y reacción.