De un tiempo a esta parte medios con gran alcance se han hecho eco de un nuevo mal que ha venido a destruir la izquierda. Lo han llamado rojipardismo por unir conceptos ligados tanto a la izquierda obrera como a la ultraderecha. ¿Es esto cierto? ¿O responde a una campaña de criminalización?
En este marco, en esta supuesta ideología, caben personas, partidos y agrupaciones diversas. Roberto Vaquero y el Frente Obrero, Fermín Turia y Guillermo del Valle en sus intervenciones en PlayZ, feministas como Paula Fraga o la escritora Ana Iris Simón. ¿Qué relaciona a todos estos individuos y colectivos? Según Antonio Maestre es recoger los postulados de la extrema derecha e intentar inocularlos en los movimientos de izquierda.
Lo que no comprende Maestre es que quién ha inoculado conceptos alejados de lo obrero y revolucionario fue el posmodernismo que él representa. Estos intelectuales usan argumentos tancomo el de “los extremos se tocan” poniendo de escusa los “tiempos líquidos” en los que vivimos. La realidad es otra, los trabajadores sufren salarios de miseria y una explotación cada vez mayor y esto si tienen suerte y trabajan. Los jóvenes tienen menos posibilidades laborales que sus padres, obligados a estudiar eternamente para seguir con trabajos precarios.

El discurso de Ana Iris Simón frente a Pedro Sánchez encendió todas las alarmas de la izquierda “antifascista”
Fachada obrerista
No es que los supuestos rojipardos sigan el argumentario de Vox, nada más lejos de la realidad, Vox utiliza el lenguaje obrerista para atraer votos. Los revolucionarios o incluso gente normal alejada de círculos académicos estadounidenses ven a esta izquierda posmoderna como el enemigo a batir, la culpable de que la indignación social no se organice. Y también el intento de aprovecharse de la incompetencia de esta izquierda por parte de la derecha nacionalista igual de reaccionaria.
Por eso habría que decirles que en vez de acusar a todo el mundo de fascista deberían realizar autocrítica al pensamiento del sistema que defienden. El rojipardismo no existe, ni como ideología ni como movimiento político, es una categoría criminalizante, tal como lo es TERF. La labor de zapa que realizan quedará en la historia como el más burdo intento de criminalización del movimiento obrero