El discurso de la leyenda negra española sigue copando debates y sirviendo como un instrumento político para justificar ciertos discursos. Sin embargo, poco se sabe de cuando surge, por qué y de mano de quién. Paradójicamente, el primer instigador de la leyenda negra española fue precisamente un castellano, llamado Antonio Pérez. Pero, ¿quién fue Antonio Pérez? ¿y qué le llevó a propagar la leyenda negra?
Antonio Pérez nació en 1540 en Guadalajara en el seno de una familia fuertemente vinculada al poder. Su padre, Gonzalo Pérez, quien fue el secretario del emperador Carlos V, le introduciría tempranamente en la vida política consiguiéndole el cargo de secretario del príncipe Felipe. Tras la abdicación de Carlos V y la muerte de su padre, le sucedería en el cargo al servicio de Felipe II.
Des de los tiempos del emperador Carlos, la corte española se hallaba divida en 2 facciones: Por una parte, la “liberal” encabezada por Ruy Gómez da Silva o Príncipe de Éboli; por otra, la facción conservadora, liderada por Fernando Álvarez de Toledo, el III Duque de Alba de Tormes, junto al inquisidor general Fernando de Valdés. Los Pérez se hallaban vinculados a la primera de las facciones, quienes conseguirían liderar dicha facción tras la muerte del Príncipe de Éboli en 1573.

Antonio Pérez liberado de la prisión en 1591, de Manuel Ferrán, 1864. (Museo del Prado, Madrid).
Haciéndose con el liderato de la facción, Antonio Pérez se asociaría con la Princesa de Éboli, a quien revelaría secretos de estado. Así, ambos traficarían con información de la corona, lo que les acabaría aportando un rédito económico nada desdeñable. Las tensiones con la facción conservadora se incrementaron, ganándose especialmente la hostilidad del duque de Alba.
El asesinato de Juan de Escobendo y la caída en desgracia de Antonio Pérez.
La caída en desgracia del secretario de Felipe II se produjo tras el intento de empeorar las ya tensas relaciones entre el rey y su hermanastro, Don Juan de Austria, quien fue gobernador en los Países Bajos. Las maquinaciones de Pérez se basaron en infundir al monarca una desconfianza hacia la lealtad de su hermanastro. Sin embargo, don Juan mandaría a su propio secretario, Juan de Escobendo, a Madrid para esclarecer la problemática sucedida entre ambos, lo que habría destapado las intrigas del secretario. En un intento desesperado por salvar su persona, Antonio mandaría a asesinar a Escobendo antes de revelarse sus conspiraciones.
Aunque Felipe II trató de proteger a su secretario ante los rumores que lo vinculaban al asesinato, tras la muerte de su hermano don Juan y la llegada de su documentación a Madrid, se esclareció que este siempre se mantuvo fiel al monarca. Tras este episodio se destapó la traición de Antonio Pérez, quien sería detenido en 1579, aunque se le concedió libertad para moverse por Madrid. Menos afortunada fue la princesa de Éboli, quien tras su detención acabaría sus días recluida en su palacio de Pastrana.
De las revueltas de Aragón al nacimiento de la leyenda negra española desde el exilio francés.
Aunque Antonio Pérez fue detenido por segunda vez en 1585 a petición de los Escobendo, en 1590 lograría escapar a Zaragoza, dónde obtuvo protección de sus fueros. En su ausencia en Castilla se le condenó a muerte por traición, revelación de secretos de estado y huida de prisión. Ante la lentitud de la justicia en Aragón, Felipe II instrumentalizaría la Inquisición para capturar a su exsecretario.
En 1591, bajo la acusación de herejía sería capturado por la Inquisición. Este hecho provocaría un levantamiento de sus partidarios en Zaragoza, conocidos como las Alteraciones de Aragón. Tras un tira y afloja entre la Inquisición y la Justicia Aragonesa, Felipe II trasladó ese mismo año un ejército a Zaragoza para sofocar la sublevación. A pesar del éxito en reprimir los altercados, Antonio Pérez lograría escapar de nuevo, esta vez a los dominios franceses de Bearn. Allí, Pérez pondría sus conocimientos y su pluma al servicio de los enemigos de la corona: Francia e Inglaterra.

Relaciones
El mismo año de los altercados, Antonio Pérez publicó desde el territorio francés de Bear su obra Relaciones. La obra se amplió y reeditó en 1594 en Londres, aunque esta sólo sería el inicio de una extensa obra en atacar personalmente a Felipe II y a Castilla en sí. En sus obras, se refería a Felipe II como un ser tiránico y despótico. Además, afirmaba que la naturaleza castellana era maligna, perversa y arrogante entre otras. Aunque Antonio Pérez causó gran entusiasmo en un primer momento en la corte francesa e inglesa, su obra no se empezaría a usar como arma política hasta principios del siglo XVIII, en el que Inglaterra aprovechó sus obras para iniciar una campaña de desacreditación sistemática contra España.