A 90 años de la proclamación de la II República Española, es notorio que una efeméride de este tipo pasa desapercibida hoy en día en los grandes medios.
No es tampoco casualidad que haya poco conocimiento de este período histórico tan relevante. Tras 40 años de dictadura y 40 de régimen democrático con los sucesores de la anterior, se han encargado de explicar la historia a su medida.
El franquismo dejó este periodo histórico como un hecho marginal, y dejándolo como el desencadenante de la guerra civil que sufrió el pueblo español.
Tal es este nivel de revisionismo histórico, que la historiografía durante esa época consideraba la república como el fracaso del sistema liberal-democrático, en favor de modelos fascistas. A su vez, decían que el modelo republicano era contrario a la naturaleza española.
Así, esta línea buscó demonizar y acrecentar todos los problemas que se encontró la II República, mostrándolos cómo inherentes de la misma y mostrando a Franco como el salvador de España.

Fragmentos de libros educativos franquistas donde se enaltecían las figuras de Francisco Franco, Jose Antonio o el golpe de 1936.
Otra línea de esa época -aunque no extendida por la dictadura- era la de los derrotados, que atribuyeron el “fracaso” a problemas más relacionados con la arquitectura institucional republicano. Estos mismos abogaron por la “tercera España”, como ideal de conciliación, un punto medio, que nunca llegó a término por ser imposible y disparatado.
Cambios analíticos con la transición española.
Aunque con el paso de los años, la dictadura fue relajando muy ligeramente el control ideológico sobre la historia, no fue hasta la muerte del caudillo que los cambios empezaron a aflorar.
Una de las vías de estudio que surgieron fueron las que analizaban el contenido político. Así se pusieron en relieve cosas como la reforma agraria -y el rechazo que tenía por parte de los terratenientes-, la política laicista -y el rechazo que generó en las esferas clericales- o la individualización de la investigación por grupos o actores políticos.
Esto último hizo hincapié en el sistema de partidos y las dinámicas que actuaron entre ellos, aportando otro punto de vista útil para analizar algunos de los puntos que contribuyó a la división y la fragilidad del efímero sistema republicano.
La actualidad historiográfica
Hoy en día, sigue predominando el análisis más político del la II República. Este desliga al completo el estudio de esta de la guerra civil, pues, aún que estén conectados temporalmente, no son parte del mismo elemento histórico -como la historiografía franquista pretendió hacer creer-.
Incluso, en la actualidad se vuelve a poner de relevancia un análisis materialista (marxista en consecuencia) de esta historia, sacando a relucir elementos como las clases y sus antagonismos para explicar el proceso histórico republicano. [Un ejemplo de ello es el libro “Historias de la España Revolucionaria” (Arribas & Moreno, 2019), que explica varios episodios históricos y la importancia de las masas populares en esta.]
El currículum educativo
Un aspecto relevante en el conocimiento de nuestra historia es como esta es impartida en el sistema educativo.
España, con su estado de las autonomías, cuenta con varios currículos educativos de historia. Esta descentralización sirve, en temas históricos, para dividir la materia en una parte de historia general y otra de local. Normalmente estas divisiones se dan por orden cronológico, haciéndose primero un análisis general y después el regional.
Este modelo, que a priori es positivo, se encuentra, pero, con un gran obstáculo: la limitación de calendario.
La historia de la España contemporánea se da más en profundidad en segundo de bachillerato, el cual es un curso ya más corto y limitado por la EBAU (selectividad) que se encuentra al final de esta.
Así pues, ante un currículum tan extenso -de aproximadamente 200 años- se debe compaginar una historia general y local en clases de entre 3 y 4 horas semanales de media.
Peor es esto para analizar un período corto (de 6 años) pero que destila una importancia muy significativa para la construcción de la España de hoy en día.
A su vez, nuestro modelo de estado monárquico y sus acérrimos defensores -que se encuentran en el poder- busca construir un relato de confrontación. Pretenden dar a entender que solo se resolvió mediante la transición, llegando a poner al rey emérito como artífice de una “paz y conciliación nacional” -creando así una falsa legitimidad monárquica, opuesta a la republicana-.
Entonces, ante esta deplorable situación, no es extraño que se desconozca en mayor parte la significancia histórica que tiene la II República Española en nuestra historia.
Para poder ver la percepción que hay de esto, un equipo del Baluarte ha salido a la calle para preguntar a los transeúntes sobre la enseñanza de este episodio histórico y su posición respecto el binomio república-monarquía.
Fuentes usadas para este artículo:
Eduardo González Calleja, « Tendencias y controversias de la historiografía sobre la política en la Segunda República española », Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne, 52 | 2017, 23-55.